Estamos continuamente huyendo a mil sitios diferentes para poder descansar. Siempre vamos estresados. Mil cosas que hacer, una agenda social elevadísima, y para desconectar nos planeamos un viaje por ahí...
Pero nuestro descanso no está en salir de la urbe y desconectar, sino en conectar con el Señor, que es verdaderamente nuestro descanso. Una capilla, una iglesia, un sagrario, un rato solo en tu cuarto conectando con Él, son los mejores lugares para el descanso. ¿A qué esperas para reservar? Entra y descansa en el Señor. La oración es el mejor descanso.
ADÓRALE
Yo le miro, Él me mira
Esta frase, "yo le miro, Él me mira", que le dijo un campesino al Santo Cura de Ars al preguntarle éste último al primero sobre lo que hacía tantas horas delante del Sagrario resume de modo admirable lo que es la adoración.
Adorar es descansar en Él, dejarse cuidar, sumergirse en el misterio de su Amor, contemplando con nuestros propios ojos ungidos por el Espíritu su Presencia en la Eucaristía. No hay mejor SPA que éste. Búscate un rato de adoración y descansa en Él.
En Madrid hay infinidad de sitios donde hay adoración del Santísimo. Busca el lugar que más te guste, y adelante con ello. Déjate mirar por Él, y tú mírale a él.
A SOLAS CON DIOS
VACACIONES CON EL SEÑOR
Reservar unos días o un fin de semana para pasar unos días a solas con el Señor, de retiro, o haciendo ejercicios espirituales es una muy buena opción para mantenerse ardiente en la fe y en el amor. Pueden encontrar infinidad de retiros de todo tipo que te pueden ayudar a acercarte más a Dios.
Sin embargo, San Ignacio de Loyola dio con una fórmula muy buena en sus ejercicios espirituales. En ellos, el ejercitante tiene una experiencia de encuentro personal con Dios que le ama en su propia vida y en sus propias circunstancias. Por eso, merece la pena que saques algún tiempecito para hacer una experiencia adaptada de los ejercicios de San Ignacio. Puedes hacerlos en Javier, o en Loyola, aunque en Madrid también hay algunos sitios donde puedes hacer ejercicios personalizados. La Delegación de Juventud y la Pastoral Vocacional también organizan algunas tandas breves.
ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
EL MEJOR GUÍA: EL ESPÍRITU SANTO
El día de tu bautismo recibiste una gracia especial: el Espíritu Santo que habita en Ti. Él es nuestro compañero y Jesús nos habla por medio de Él y nos orienta para que elijamos lo mejor para cada uno de nosotros. Pero a causa del pecado nuestra naturaleza distorsionada hace que muchas veces seamos incapaces de escuchar su voz.
Por eso se hace necesaria una ayuda: el acompañamiento espiritual. Éste nos debe enseñar a ir reconociendo la voz del Espíritu entre las muchas voces que llenan nuestro corazón. Nos ayuda a conocernos mejor y en la lucha contra el pecado y contra el mal.
Uno puede pensar que es autosuficiente y que solo puede con todo. Eso es un engaño. Somos frágiles y limitados. Necesitamos ayuda de los demás para superar nuestras fragilidades.
Además, Dios ha querido servirse también de las mediaciones humanas para comunicarse y de modo especial en su Iglesia. Esto sigue la dinámica de la Encarnación: si Él ha querido hacerse hombre como nosotros para revelar su designio de salvación, quiere también seguir habñándonos por medio de otros hombres de carne y hueso.
El acompañamiento espiritual es una mediación que nos enseña a discernir, a ver qué es lo que quiere Dios para nosotros, qué es lo mejor para mi vida en cada momento, pero no puede sustituir ni tu libertad, ni tu responsabilidad. Un buen guía espiritual orienta pero no fuerza, hace de "espejo", no violenta a la persona y respeta profundamente sus tiempos. El que se deja acompañar se siente respaldado pero al mismo tiempo más libre porque tiene mejor luz a la hora de tomar sus decisiones.
¿QUIÉN PUEDE SER MI ACOMPAÑANTE ESPIRITUAL?
Puede ser cualquier persona que tenga una cierta experiencia y recorrido en la fe. No necesariamente hace falta que sea sacerdote, o religios@. Alguien que te inspire confianza y con quien tú te sientas a gusto para abrir tu corazón.
¿Y SI NO FUNCIONA?
No hay ninguna relación vinculante. Si tú ves que el acompañamiento espiritual con una persona no te ayuda, puedes buscar otro con el que tú te sientas mejor. Ahora bien, como ya hemos dicho, no sustituye tu libertad: tú decides por ti, nadie más.